Bridezilla, ¿tú? por Sergio Chávarri

Cuando me pediste que hiciera un post para tu blog desde el punto de vista del novio, sobre si fuiste Bridezilla o no antes de casarnos, te dije que seguramente algún día lo haría. Muchas ganas no tenía porque escribes con tanta ilusión y cariño tus demás artículos que pensé que tal vez algo escrito por mí podría desentonar con el tono de Arroz con Leche me voy a Casar.
En estos momentos en que lo escribo, aún sigo pensando lo mismo, pero ahí va…
No, no fuiste Bridezilla, para nada. Fuiste un poco estresante por momentos y desesperante por otros tantos, pero, bueno, tampoco es que yo tenga mucha paciencia, así que es subjetivo decir desde mi perspectiva que fuiste o no una novia loca…o ¿tal vez es objetivo?.
Los hombres sabemos a lo que nos exponemos cuando pedimos una mano, en este caso, al pedirte la tuya intuía el riesgo que podía correr en los preparativos previos a nuestro matrimonio, pero desconocía su impacto.
Pero, ¿qué mujer no se estresa con todos esos asuntos? Para mí lo normal era que te suceda. Sobre todo si en todos lados nos pintan esa versión y hasta hay programas de novias neuróticas en cable. Asumo que para las mujeres, más que para los hombres, el significado de realizar tu matrimonio y que todo salga perfecto,  es algo que muchas planean desde que son niñas. No puede haber errores, ni fallas de último momento. (En este momento recuerdo el capítulo de Friends cuando Mónica le dice a Chandler que no vuelva a decir que es una Fiesta).
Para nosotros no es tanto así. Por supuesto que estamos (no sé si emocionados es la palabra o ansiosos) porque suceda, pero nunca vemos venir los preparativos. No nos preparan para los preparativos previos a la boda. No nos preparan para el estrés (tu estrés), ni los cambios de humor (tus cambios de humor), pero conociéndote tanto tiempo (ocho años en ese momento no eran por gusto), sabía la importancia que tenía para ti, tanto que ahora escribes sobre eso ¿no?
Y no fue tan malo como piensas que fue. Lo único que me estresaba era pasarnos del presupuesto, ir a ver las pruebas y todo lo que tenía que ver con los preparativos (bueno, entonces paraba estresado). Pero no era por ti, sino por tanto que faltaba por hacer y tan poco tiempo que teníamos, (recordemos que en mayo te pedí la mano y en enero del año siguiente nos casamos). Obviamente, lo único que atinaba era a decir “cuánto”, “está bien” o “no me gusta”. La responsabilidad era tuya y así lo dejé. Cual Pilatos, me lavé las manos.
 
Ir a Jirón Puno a ver los partes fue una aventura. Habremos ido como cinco veces a comparar proveedores y hacer las pruebas. El calor, los choros, la cantidad de gente… Lo único bueno, para ti, al menos, era que al terminar nuestra jornada en calles limeñas, siempre te comprabas tu yoggi, tu hotdog de un sol.
 
Yoggi: hotdog de dudosa procedencia que está cubierto por queso y masa de waffles
 
Hablar con la señora del catering, hacer más pruebas, separar la iglesia, conseguir un sacerdote, conseguir un local…lo vuelvo a pensar y me vuelvo a estresar. Los hombres no estamos hechos para esto, me refiero a los preparativos obviamente. Por eso, cuando me dices siempre que cuando nos volvamos a casar va a ser en tal o cual lugar, te respondo, “te volverás a casar si quieres, pero no conmigo”… Al final tu recompensa fue ver que todo salió muy bien, y la mía fue ver tu sonrisa al final de la noche del 15 de enero del 2010. Igual, no fuiste Bridezilla, pero eso no lo hago dos veces ni loco...te amo.

1 comentario: