Debo de reconocer que soy
distraída por naturaleza, si me ven en la calle y no saludo no es por creída
sino porque voy pensando en otra cosa. Me encanta vivir pensando e
imaginando que es lo siguiente que voy a hacer pero siempre habían 2 cosas que
nunca pude llegar a imaginarme. Estas dos cosas fueron o son, los sentimientos
que sentiría al momento de casarme y el ser mamá.
Desde que Sergio y yo éramos
enamorados sabíamos que nos casaríamos y formaríamos una familia pero el cuándo
nunca se dio cuando quisimos sino cuando Dios quiso (llámalo destino si es que
prefieres). Después 8 años de enamorados, ¿se imaginan cuantas veces nos
preguntaron cuando nos casaríamos?, la pregunta de moda una vez que te casas es: ¿Y, cuando tienen un hijo? Esta pregunta que puede ser tan
sencilla de responder a veces no lo es. Primero quieres organizar tu carrera,
tener seguridad económica, viajar, estudiar o simplemente no te sientes lista
aún. En nuestro caso fue una mezcla de
todo lo anterior pero cuando finalmente creímos que estábamos listos mi cuerpo
no estaba listo (sin entrar en detalles y viéndole el lado cómico andaba con
las hormonas revueltas). Un tratamiento
no tan largo, pero que en un par de ocasiones tuve que poner en pausa iba a acomodar
mi organismo para que pueda salir embarazada pero debo de reconocer que mi
mayor temor en la vida era en algún momento recibir por parte del doctor una
mala noticia y creo haber estado preparada para escucharla.
A inicios de noviembre mis
suegros habían regresado de viaje y no podían regresar sin traernos nuestra
cuota de dulces. Un domingo en la noche, mientras yo manejaba, Sergio decidió
abrir una deliciosa bolsita de M&M´s pero lo que ni él ni yo nos esperamos
fue mi reacción 2 segundos después de que la abrió. Tan pronto el olor llegó a
mi nariz se convirtió en el olor más desagradable del mundo ¿?. Tuve que pedirle
que lo aleje y abrir la ventana. ¿Podía ser posible? Le pregunté al día
siguiente a una amiga doctora que sabía del tratamiento y su respuesta fue que
no pero que todo al final de cuentas todo era posible. No pude con mi ansiedad y me hice una prueba
casera de embarazo…negativo. Es lo más lógico, ¿no? Pero por algún motivo yo ya
no me sentía igual, imposible describirlo pero algo era extraño. Una semana
después sin ningún otro indicio más que el de la semana anterior decidí hacerme
otra prueba y no tuvieron que pasar los 5 minutos que te dicen que tienes que
esperar para que aparezcan las 2 rayitas mágicas. ¡No lo podía creer! Sergio
había ido a jugar futbol con los chicos del trabajo, ¿creen que me detuve a
pensar en cómo decirle y hacer de esto un momento más especial? No pude así que
le mande un mensaje por Whatsapp, si
yo sé "0" romanticismo y emoción pero no pude guardarme la noticia. Está de más
decir que Sergio vino cual flash a la casa y ya no hubo fútbol.
Estas son nuestras caras últimamente |
Desde ese día ya han pasado 21 semanas y no hay manera de describir la mezcla de sentimientos que siento. Creo que
las palabras felicidad y miedo (básicamente porque todo esté bien con el/la bebé y
por el parto) quedan chiquitas pero creo que este regalo no pudo llegar en mejor
momento, no el perfecto sino cuando tenía que llegar. Todavía me queda un largo
camino por recorrer hasta que podamos tener al bebé entre nuestros brazos
pero no quería dejar de compartir esto con ustedes. Hasta ahora, ¡amo estar
embarazada! Casi no he tenido los típicos malestares de los primeros meses y
por ahora (y tiene que seguir así) no he subido mucho de peso. Ya les contaré
si es que esos sentimientos cambian con el tiempo pero no creo.
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